Editorial del 7 de junio de 2018

Esta mañana el nuevo Gabinete de Pedro Sánchez ha prometido su cargo en el consejo “de Ministras y Ministros”. Las ministras llevan el peso económico del nuevo equipo de Pedro Sánchez, con perfiles tan solventes como el de Nadia Calviño, cuyo nombramiento ha sido muy aplaudido en Europa. El mensaje europeísta es uno de los más sólidos de los enviados por Sánchez en la selección de los componentes de su gobierno.

Hace hoy, una semana, cuando aún a esta hora no había la certeza de que la moción de censura progresaría, todos pensábamos que de salir adelante, el gobierno futuro sería provisional y de corto recorrido. La enorme sorpresa de propios y extraños ha sido comprobar que, en una semana, el nuevo inquilino de la Moncloa ha urdido un gabinete diseñado para quedarse, más allá incluso de la media legislatura que resta.

Ha tocado Sánchez todos los palos y ha enviado múltiples avisos y señales. ¿Qué mensajes lanza la elección de del juez Grande-Marlaska, un perfil conservador, alabado recientemente por Rivera y que podría haber firmado Ciudadanos? ¿Qué papel tendrán Meritxell Batet y Josep Borrell-azote de independentistas- en el conflicto catalán? ¿Qué supone entregar la cartera de economía a una mujer recibida con todos los parabienes por Europa e incluso por Ana Patricia Botín? Y, por cierto, ¿ha olvidado el nuevo presidente en menos de una semana a quién debe los votos para poder estar en el lugar en que está? Eso piensan y sienten en Podemos y en los partidos independentistas.


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