Editorial del 5 de junio de 2017

Esta mañana los países del golfo, Arabia Saudí, Emiratos Arabes, Bahrein y Egipto han anunciado que cortan relaciones diplomáticas con Qatar, país al que acusan de “apoyar al terrorismo”.

Se prohibirá a los qataríes viajar a cualquiera de esos países, y se conmina a los residentes en Arabia, Emiratos, Bahrein y Egipto a abandonar en 24 horas su territorio y regresar a su país. Se cierran puertos, aeropuertos y puestos fronterizos con Qatar. En fin, una decisión sin precedentes que va mucho más allá de la tirantez diplomática que caracteriza a esos países musulmanes, según sean suníes (wahabíes y salafistas) o chiitas.

El fin de las relaciones con Qatar por apoyar el terrorismo sería una buena noticia si fuera verdad. Los grandes expertos mundiales en yihadismo llevan años denunciando la multimillonaria financiación privada que llega de esos países al Estado Islámico. No se ha podido demostrar que los gobiernos participen pero desde luego no han impedido ni perseguido hasta ahora que mezquitas y millonarios privados lo hayan hecho y tal vez lo sigan haciendo.

Un último apunte, por si alguien se olvida: el Mundial de futbol del 2022 se celebrará en Qatar, el mismo país que lleva años esponsorizando a equipos españoles. Lo de los gobiernos occidentales ante los países sospechosos de financiar la yihad es puro cinismo.


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