Editorial del 14 de octubre de 2016

Nada de lo que está respondiendo Francisco Correa a la fiscal del caso Gürtel es del todo nuevo. Casi todo se había publicado ya y la novedad es que lo da por bueno el líder de la trama. Ni siquiera el nombre de las grandes empresas que consiguieron contratos a cambio de mordidas del 3% ha sorprendido a nadie. Son las de siempre, las que han crecido a la sombra y a los pechos de la obra pública.

Lo más asombroso es la descripción de los pequeños detalles, de cómo se teje una relación corrompida. El ex marido de Ana Mato, por ejemplo, cuando aún estaban casados por cierto, comía angulas a discreción, pagando Correa, claro. Y lo mejor fue cómo consiguió el tercer coche. Sí, porque fueron 3, no dos como se creía hasta ahora. Tenía ya Jesús Sepúlveda un BMW y un Jaguar, ambos regalo de la trama, y un día le dijo a Correa ”me apetece tener un Range Rover”. Y yo le dije -ha contado Correa- Pues oye te lo compro. Y le di el dinero en efectivo”. Ya ven qué sencillo todo.

Hasta el presidente de la gestora del PSOE, Javier Fernández, ha dicho que “Correa solo corrobora lo que ya se sabía”. No le falta razón, pero es raro que el cabeza visible del primer partido de la oposición sea precisamente el que quite hierro al caso de corrupción más sangrante de sus adversarios políticos. A las 2 el presidente del tribunal ha suspendido la sesión hasta el lunes.


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