Editorial del 13 de octubre de 2016

El mismo día que la Academia Sueca ha concedido el Nobel de literatura a Bob Dylan, ha fallecido en Milán, el último premio nobel italiano en el 1997, el dramaturgo Darío Fo. Tenía 90 años y deja para la historia el ejemplo de un luchador al que el poder político detestaba y combatía con todas sus fuerzas. Inútilmente, por cierto y por fortuna. Fue el azote de Berlusconi y de la iglesia anterior al papa Francisco al que respetaba y elogiaba.

De la situación de la Italia actual dijo hace unos meses que sin il Cavaliere nada había cambiado, que no hay dignidad, que todo es un juego, el juego de la falsa democracia porque la banca es el único dios.

La sátira y la ironía mordaz que Darío Fo aplicó sistemáticamente al poder, le puso en contra a la iglesia, a la derecha y a la izquierda. “Cuando te traicionan los tuyos, dijo, hay que airear la tierra y seguir cultivando el huerto”. O sea, Fo nunca se rindió, incluso proponía para enfrentarse al futuro el optimismo de la razón, quejarse poco y seguir peleando con honestidad.

Una última frase de Darío Fo que alguien podría proponer como comentario de texto en la calle Ferraz. “La izquierda ha fracasado porque se ha casado con el poder. Ante el dilema de tenerlo o no, decidió irse a la cama con el dueño”.

Amen y descanse en paz.


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