Editorial del 27 de septiembre de 2016

Miguel Ángel Flores, el empresario del Madrid-Arena, ya podemos decir que es un homicida por imprudencia grave.

La sección séptima de la Audiencia provincial de Madrid considera a Flores el autor de cinco delitos de homicidio y de otros 29 delitos por lesiones.

Katia, Cristina, Teresa, Belén y Rocío murieron aplastadas el 1 de noviembre del 2012 porque ha quedado probado, según los magistrados, que Miguel Ángel Flores solo pensó en el máximo beneficio económico, pese a conocer el aforo del Madrid Arena. Su capacidad es para 10 mil personas y él vendió entradas para 16 mil.

Hay otros acusados, pero todos con condena menor que Flores al que han impuesto cuatro años de cárcel. Puede parecernos poco pero es lo que marca la ley en los homicidios por imprudencia grave. En todo caso, envía un mensaje claro a promotores nocturnos y otros empresarios del ocio.

La Sala absuelve a los médicos presentes aquella aciaga noche del 1 de noviembre del 2012, Simón y su hijo Carlos Viñals, porque, aunque está “acreditada su actuación negligente”, no han podido probar que algunas de las jóvenes hubieran sobrevivido aunque los médicos hubieran hecho lo que debían.

Cinco vidas jóvenes segadas merecen, desde luego, que los responsables pisen la cárcel cuanto antes.


Política de Privacidad Política de Cookies © 1998-2024 juliaotero.net