Editorial del 28 de junio de 2016

Rajoy está en Bruselas, como el resto de jefes de gobierno, con el asunto del Brexit, pero sus peones en España empiezan a preparar el terreno de los pactos postelectorales. Rajoy tendrá que afanarse en recabar los apoyos que necesita para volver a ser presidente.

Su vicesecretario sectorial, Javier Maroto, ha invitado al PSOE a ser “actor partícipe” para pactar la reforma de la Constitución, la de las pensiones, la reforma laboral y la financiación autonómica. Bien, se acabó la mayoría absoluta y en el PP se han dado cuenta.

El PP tendrá que ensayar y engrasar unos mecanismos de relación con los demás partidos que tiene más que olvidados, oxidados por completo. Por de pronto tienen varias opciones de gobierno, incluida la del batiburrillo de partidos -por usar sus propias expresiones del pasado para referirse a otros- pero que es perfectamente legítima. PP, Ciudadanos, Coalición Canaria, PNV y Nueva Canarias suman exactamente los 176 que necesitan para gobernar. A Rajoy le parece mucho más cómodo gobernar con la abstención del PSOE, claro, pero para que ese abrazo no sea el del oso tendrán que estar dispuestos a cumplir muchas exigencias socialistas. Eso si el PSOE no mantiene el “no es no”.

En eso consiste negociar y consensuar, una virtud de la que han demostrado carecer y que nos gustaría ver ensayar cuanto antes. Se acabó el tiempo del puro, el Marca y la agenda libre.


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