Editorial del 22 de junio de 2016

Se está acabando la campaña electoral pero no la capacidad de asombro de los ciudadanos que han asistido en las últimas horas a una conversación entre un ministro y un magistrado -jefe para más bochorno de una oficina antifraude- en el estilo en que deben producirse muchas otras en las cloacas del Estado.

Combatir a los adversarios con argumentos es política; buscar su destrucción con pruebas que se fabrican es otra cosa. Ponga cada cual el nombre, pero a esta hora nadie -fuera del PP- entiende que Jorge Fernández Díaz sea aún ministro del interior. Se entendió poco que siguiera en su cargo cuando trascendió que había recibido en su despacho a un imputado llamado Rodrigo Rato.

Hoy, después de haberle escuchado en esta grabación, resulta inverosímil que el ministro del interior se sienta víctima y que su jefe de filas, Rajoy, considere que se “está creando un problema donde no lo hay”.


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