Editorial del 21 de junio de 2016

A dos días de que los británicos acudan a las urnas a decir si quieren quedarse o marcharse de la Unión Europea, el Tribunal Constitucional alemán ha sentenciado que el programa del Banco Central Europeo de comprar deuda de los países con problemas es legal. Aunque la noticia pueda resultar farragosa es lo más importante y positivo para Europa que ha pasado en los últimos meses.

La historia es la siguiente: Cuando Mario Draghi dijo en el 2012 que el Banco central compraría deuda de los países con problemas, nada menos que 35 mil particulares alemanes -faltos de toda solidaridad, desde luego- acudieron a su Tribunal Constitucional para oponerse a esa medida. Desde entonces había una especie de guerra fría entre Alemania y el Banco central europeo que hoy se ha resuelto a favor del sentido común.

Ni que decir tiene que si el Tribunal Constitucional alemán hubiera dado la razón a los demandantes nos hubiéramos encontrado ante un nuevo desafío, justo cuando Europa está digiriendo el pánico por el resultado del referéndum británico de pasado mañana.

Esto traerá cierta tranquilidad a los mercados y corta las expectativas de austeridad extrema que quisiera imponer una parte importante de los alemanes y de su canciller a la cabeza.

O sea, a partir de hoy, en caso de insolvencia de algún país, el Banco Central Europeo podrá actuar para evitar una catástrofe. Dios aprieta -Alemania, en concreto- pero su alto tribunal no ha querido ahogarnos.


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