Editorial del 8 de junio de 2016

Esta tarde el President de la Generalitat, Carles Puigdemont va a comparecer en la Cámara catalana para decir en sede parlamentaria que el pacto de estabilidad con la CUP queda hecho añicos.

El pacto de Junts pel Si ha aguantado escasamente 5 meses. O sea que lo de “pacto de estabilidad” era una calificación optimista que no ha resistido la primera prueba del algodón, la de los presupuestos generales.

La curiosa paradoja, por no decir “parajoda” es que fue ese pacto el que expulsó del Palau de la Generalitat a Artur Mas y trajo, en su lugar a Carles Puigdemont. Para este viaje no es que no hicieran falta las alforjas, es que las alforjas eran el caballo de Troya para acabar con la gobernabilidad. Aquellos que convencieron a Mas para que abandonase y se fiase de la CUP, estarán ahora buscando argumentos para aguantar el chaparrón.

Ahora bien, los que creen que esto supondrá nuevas elecciones en Cataluña, que no pongan aún el cava en la nevera porque Junts pel Si, sobre todo la parte Convergente, resistirán como sea el mayor tiempo posible. El que aguanten es el que les queda.


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