Editorial del 26 de mayo de 2016

Quien tuvo retuvo, dice el refrán, y podríamos aplicarlo a los franceses que llevan la Revolución en su ADN, al menos al 62% de la población, que según una encuesta difundida hoy en Francia, apoya las protestas en la calle, los bloqueos en las centrales nucleares y, en fin, la enorme contestación social que está teniendo la reforma laboral del gobierno de Hollande.

Hoy es jornada de movilización: hay escasez de combustible en miles de gasolineras, los periódicos no han llegado a los quioscos, hay manifestaciones multitudinarias en muchas ciudades y hay paros y huelgas en las 19 centrales nucleares del país, además de vuelos y trenes cancelados. Los huelguistas amenazan con más protestas durante la celebración de la Eurocopa de Fútbol en Junio. En definitiva, quieren que el gobierno retire la reforma laboral, bastante más suave, por cierto, que la española.

El primer ministro, Manuel Valls, atiza a los sindicatos diciendo que han perdido su credibilidad ante los ciudadanos y que no hay vuelta atrás en las reformas. En el lado conservador, Nicolás Sarkozy ha pedido al gobierno que emplee la fuerza para normalizar la situación y que lleve ante los jueces a los trabajadores que bloqueen los centros de producción.

Ahora bien, si 7 de cada 10 franceses se opone a esa reforma, veremos quién gana. Los franceses no son griegos. Ni españoles.


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