Editorial del 16 de mayo de 2016

El vicepresidente del gobierno de Cataluña y máximo dirigente de Esquerra Republicana acaba de plantear subir los impuestos a las rentas de más de 90 mil euros anuales. No contentos en el gobierno de Cataluña con ser responsables de la presión fiscal más alta del mundo -solo equiparable a los suecos- al parecer al Sr. vicepresidente no le parece suficiente y quiere subirla 3 puntos más. La coartada es la redistribución de riqueza y poder bajar algún punto los tributos que pagan los que ganan menos. Al final, dice Junqueras, se persigue el punto neutro: o sea que lo que rebajan por debajo se aumente por arriba.

Esto es relativamente fácil de vender en público, aunque también es fácil que miles de profesionales bien remunerados sigan huyendo de Cataluña. Si el año pasado fueron 3.600 los trabajadores cualificados catalanes que se censaron más allá del Ebro, es posible que si se consuma esta amenaza, salgan de Cataluña otros tantos o más. Entregar a Hacienda 56 de cada 100 euros ganados es expolio.

Si unimos esa carga a impuestos como el de Patrimonio, también en vigor en Cataluña, tenemos una situación insostenible para un segmento de catalanes, bien pagados es verdad, pero que no pueden sostener ellos solos sobre sus hombros el futuro de todos. Eso sí, es un buen momento para que Oriol Junqueras haga esa propuesta: a dos meses de las elecciones los catalanes tienen sobre la mesa una razón más para escoger papeleta.

Por cierto... la Convergencia que votó con el PP todas las reformas económicas... ¿Qué opina de todo esto? ¿Se lava las manos Puigdemont?


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