Editorial del 14 de abril de 2016

El Parlamento europeo acaba de aprobar esta mañana por muy amplia mayoría un registro exhaustivo de todos los pasajeros de las aerolíneas.

Hace 2 años Bruselas ya intentó aprobar este archivo con al menos 20 datos personales de cada pasajero, pero entonces la eurocámara no estuvo por la labor. Los recientes atentados de París y Bruselas han doblado la voluntad de la derecha, los liberales y la socialdemocracia. Solo la izquierda y los verdes siguen considerando hoy peligrosa la medida por lo que supone -dicen- de “vigilancia masiva sin garantías suficientes y que no evitará los atentados”.

Desde luego este registro, que permitirá a las compañías aéreas obtener mucha información sensible de cada pasajero, no tiene nada que ver con lo ocurrido en París y Bruselas, ya que ninguno de los terroristas tomó avión alguno al volver de entrenarse en el Estado Islámico.

Lo más desconcertante es que se aprueba esta vigilancia de cerca a todos los pasajeros de la Unión pero en la misma sesión del europarlamento no se ha aceptado la propuesta de los liberales holandeses de obligar a los Estados a compartir información policial y de los servicios secretos. Es decir los Estados son celosos de su información policial pero ponen la de todos sus ciudadanos que tomen un avión a expensas de aún no sabemos qué.


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