Editorial del 16 de marzo de 2016

Este mediodía se ha vivido una sesión parlamentaria tan singular que, al concluir, ha conseguido que todos los grupos parlamentarios hayan aplaudido sin distinción. Hasta algún diputado independentista catalán se ha permitido celebrar como precedente encomiable el que cualquier gobierno de España consensúe su posición en asuntos de política exterior.

Lo que ha ocurrido este mediodía es que el gobierno en funciones ha asumido que, mañana en el Consejo Europeo, Rajoy se oponga a las expulsiones colectivas de refugiados. La abogacía del estado recomendó al gobierno de Rajoy que escuchase la nueva mayoría parlamentaria y eso ha ocurrido. Por tanto, el vergonzoso preacuerdo de la Unión con Turquía del pasado 7 de marzo será enmendado por España, y seguro que también por otros países en la cumbre de mañana. Si el chantaje y oportunismo de Turquía eran inaceptables desde el punto de vista político, desde el humanitario no era de recibo que miles de refugiados fueran devueltos como mercancía a un país que atropella los derechos humanos.

España dirá que no. Esperemos que también lo digan los demás. En todo caso, la imagen de unidad dada esta mañana en el Congreso demuestra que todos los partidos pueden ser capaces de encontrar un mínimo común denominador.


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