Editorial del 15 de marzo de 2016

A primera hora ha ido al dentista, luego ha dado una rueda de prensa y a continuación ha emprendido viaje a Madrid para estar puntual en la primera sesión plenaria del Senado. Rita Barberá ha vuelto a desmentir a los que preveían que a la exalcaldesa de Valencia solo le quedaba dimitir ante las nuevas evidencias.

Pero la señora Barberá se queda porque dice que no ha cometido ningún delito y porque -añade- “absolutamente nadie en el Partido Popular me ha pedido que dimita y ...me siento más acompañada por el partido de lo que se puedan imaginar”. En el reparto de poli bueno y poli malo, a Rajoy le ha tocado el primero y a Maroto, el segundo. Ha sido el vicesecretario sectorial, Javier Maroto el que ha dicho que “no le ha gustado nada” la comparecencia de la senadora y que sus explicaciones han sido insuficientes.

Se ha levantado una parte del secreto del sumario, el de blanqueo, y se ha filtrado la sonrojante conversación entre una exconcejal valenciana y su hijo, al que le cuenta con detalle cómo funciona esa corrupción. Preguntada Barberá al respecto, su respuesta ha sido este mediodía que no se mete en conversaciones familiares aunque no hay nada familiar en esa conversación, salvo que lo tomemos en la acepción italiana de la mafia. Ya saben, la "famiglia e la famiglia".


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