Editorial del 4 de febrero de 2016

Pues ahí lo tienen. Los que soñaban con que unas nuevas elecciones clarificarían la situación política, ya pueden perder toda esperanza según el primer sondeo con intención de voto que ha publicado este mediodía el Centro de investigaciones sociológicas.

Si bien habría pequeños movimientos en el bloque del centro-derecha y en el del centro-izquierda, éstos serían internos, de modo que la suma total nos colocaría ante un escenario calcado al que ya tenemos. El PP tendría casi el mismo resultado -una décima menos-, el PSOE retrocedería 1.6 puntos, casi lo mismo que avanzaría Podemos que protagonizaría el sorpasso, y Ciudadanos perdería 6 décimas. El paisaje resultante es el que ya conocemos.

Sin embargo, han pasado muchas cosas desde que se hizo el estudio, justo después de las elecciones. Los votantes aún no habían asistido al repliegue de Rajoy, Podemos aún no había hecho su despliegue proponiendo gobierno de coalición, Pedro Sánchez aún no había dado el paso adelante, y Ciudadanos todavía no había exhibido su musculatura para volver al centro del escenario. Y, algo más, aún no había estallado el nuevo episodio de corrupción ni Rita Barberá se escondía detrás de sus visillos.

Es muy posible que un sondeo hecho ahora premiara en las urnas a unos y castigara a otros. Pero décima arriba o punto abajo, no parece que la diferencia fuera relevante.

O sea, el CIS es una mala noticia para los que esperaban sentados milagros salvadores y buena para los que ya están trabajando. Unos y otros saben que, según el CIS, el 61% de los españoles no quieren otras elecciones.


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