Editorial del 18 de enero de 2016

A dos días de que empiece el foro de los ricos y poderosos en DAVOS, Oxfam-Intermon publica un informe que produce, ustedes me perdonarán, encabronamiento y vergüenza.

En el capítulo que corresponde a España, Oxfam denuncia que el 1% de la población concentra más riqueza que el 80% más pobre, que el patrimonio de los 20 españoles más ricos se ha incrementado en un 15% en los últimos años, mientras que el 99% restante de la población ha perdido exactamente lo mismo.

Si estos datos indignan, esperen a escuchar que en los peores momentos de la crisis, la fuga de inversión española hacia paraísos fiscales ha aumentado un 2000%. Acabar con esta inasumible desigualdad es una decisión política, así de claro. Bastaría con acabar con los paraísos fiscales, esa utopía cuyo simple planteamiento recibe el adjetivo siempre “Prêt-à-porter” de populismo y demagogia.

Mientras leíamos el informe de Oxfam, nos íbamos enterando de la detención esta mañana del director general de una empresa pública, ACUAMED, dependiente del Ministerio de Agricultura, de la directora de ingeniería y de otros altos cargos en Valencia, Murcia y Alicante. Al parecer la cuantía del fraude en contratos públicos en el levante español podría ser muy importante.

La mezcla de ambas noticias del día produce sarpullidos y sentimiento de derrota.


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