Editorial del 23 de diciembre de 2015

Estamos a horas de la Nochebuena, y la situación no se parece a ninguna otra Navidad que yo recuerde. Cualquier año anterior había un vacío informativo por estas fechas, solo roto -y lo agradecíamos los periodistas- con las historias del gordo de Navidad.

Llegaba la nochebuena y parecía, como dice el tango, que mientras el músculo dormía, la ambición descansaba. Nada que ver con los turrones informativos que nos estamos comiendo este año. Tenemos ya el cabrito, el capón o el besugo en la nevera y estamos atendiendo al mismo tiempo a encuentros en Moncloa, reuniones al más alto nivel en los partidos y globos sonda de largo alcance... Es lo que tiene haber dejado las elecciones para el 20 de diciembre, que se nos atraganta la gestión del resultado justo cuando debiéramos estar tocando otras bolas, las del árbol de Navidad.

En este ambiente eléctrico, hoy planteamos nuestra auditoría. En la segunda hora. Ahora vamos con el resumen del día, que está jugoso.


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