Editorial del 19 de noviembre de 2015

El cerebro de la matanza de París sí estaba ayer en el piso de Saint-Denis tomado al asalto por las fuerzas especiales de la policía francesa. Abdelhamid Abaaoud fue acribillado por tantos impactos de bala que ha sido necesario analizar sus restos papilares para concluir que en efecto era él. Son, pues, tres terroristas muertos en la operación de Saint-Denis, uno de ellos la joven que activó su cinturón de explosivos.

Abaaoud fue de los primeros combatientes que marchó a Siria, incluso fue entrevistado en una publicación del Estado Islámico en la que se jactó de haber escapado a un cerco de la policía belga hace casi un año. Según ha manifestado el fiscal de París, los terroristas disponían de un auténtico arsenal de guerra para seguir atentando. Hoy, por cierto, el primer ministro belga, ha propuesto que se encarcele a todos aquellos yihadistas en potencia que hayan marchado a Siria cuando pretendan regresar a Europa.

El debate para los europeos gira en estos día en torno a cuánta libertad estamos dispuestos a ceder a cambio de mayor seguridad, un tema eterno en occidente que hoy plantearemos en El Gabinete.


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