Editorial del 17 de septiembre de 2015

José Manuel García Margallo es el único miembro del gobierno que parece actuar con autonomía personal y con desparpajo a prueba de presiones. Ha sido inútil que partido y gobierno intentaran evitar su debate con Oriol Junqueras el próximo día 23.

Margallo dio su palabra de debatir con el líder de Esquerra Republicana en la tele, y la mantiene contra viento y marea.

Aunque ha recibido críticas severas, los políticos como Margallo, autónomos, irreductibles y decididos, son teóricamente los que añoramos cuando damos cuenta de las disciplinas de partido.

Es, por ejemplo, el único miembro del gobierno que habló claro de la reforma que a su juicio precisa la Constitución.

Dicho eso, tiene su cosa que el debate estrella de la campaña electoral de Cataluña enfrente a un señor que va número cuatro de una lista y que, en ningún caso será presidente del “govern”, con otro que ni siquiera se presenta a las elecciones.

Eso sí, Junqueras y los independentistas pueden apuntarse el tanto de haber conseguido debatir nada menos que con el ministro de “exteriores” del gobierno de España. Ni en su mejor fantasía había soñado tal cosa.


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