Editorial del 7 de septiembre de 2015

Faltan 20 días para las elecciones en Cataluña y el ambiente irá espesándose y condimentándose con múltiples encuestas cuyos resultados nadie se atreve a dar por buenos. La incertidumbre es mucha porque muchos son los que a día de hoy no saben si irán a votar el día 27. Si 30 de cada 100 no van a votar significa que 30 de cada 100 no se sienten aludidos por más que la movilización anti y pro es intensa.

Nadie podrá decir que ese segmento de la población no sabe lo que está en juego. Si pasan de las urnas, es que son de la república independiente de su casa. Nunca como esta vez podría decirse que el que se abstenga perderá legitimidad para cualquier reproche posterior.

En estas tres semanas veremos cosas contradictorias, por ejemplo, hoy mismo que la “radical” -según sus detractores- Ada colau es la que con su abstención ha conseguido que Barcelona no se sume a la AMI, la asociación de municipios por la Independencia. Esquerra republicana le ha retirado a Colau la confianza, gesto que solo puede ser simbólico, y Convergencia la ha acusado de esconderse.

Les remito al tiempo de gabinete, hoy sobre el asunto catalán. El debate promete: un independentista, una antiindependentista y una defensora a ultranza de la integridad territorial y la igualdad entre territorios. O sea, Manuel Delgado, Anna Grau y Rosa Díez. Lo dicho. Promete.


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