Editorial del 6 de julio de 2015

La Europa política y financiera lanzó un severo ultimátum a Grecia la semana pasada y los griegos respondieron ayer con mucha claridad que prefieren morir de pie que vivir de rodillas.

Hay tantas mentiras en juego, y tantas medias verdades que no puede vislumbrarse qué acabará por ocurrir con la vieja Europa que nació, precisamente, en Grecia.

Incluso si los griegos vuelven al Dracma y abandonan la zona euro, el referéndum habrá dejado claro que la democracia está por encima de los mercados, algo que hasta ayer parecía sencillamente impensable.

Estas son las palabras de Paul Krugman, Nobel de Economía, en el New york Times, que les dejo para su reflexión y digestión: “acabamos de ver a Grecia levantarse contra una campaña de acoso e intimidación, un intento de meter miedo a los griegos no solo para que aceptaran las exigencias de los acreedores sino para que se deshicieran de su Gobierno. Ha sido un momento vergonzoso en la historia moderna de Europa y, de haber prosperado, habría sentado un feo precedente”. No lo dice Krugman, pero todo indica que a los gobiernos conservadores de Europa hay otros precedentes que sí les preocupan.


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