Editorial del 16 de junio de 2015

Una vez más Esperanza Aguirre se ha adelantado a Rajoy haciendo la autocrítica que posiblemente verbalizará el presidente cuando dentro de dos días comuniqué los cambios en el partido y en el gobierno.

Si es que hay autocrítica. La presidenta del PP madrileño ha pedido esta mañana la convocatoria de un congreso extraordinario para refundar el partido en Madrid, a cuya dirección ella no va a presentarse.

Aguirre ha asumido como propios los errores de su campaña y ha realizado un análisis de los resultados muy interesante. “Me centré tanto en las críticas a Carmena, que al final contribuí a provocar más rechazo a nuestra candidatura”.

Parece un análisis lúcido el de Aguirre. La polarización y la criminalización del adversario, lejos de debilitarle, le hace ganar peso. Votar contra siempre ha sido una argamasa muy eficaz.

No parece que esa lectura, en la calle Génova, la haya hecho nadie, al menos en público. Al contrario, todo indica que esa línea se mantendrá en la eterna campaña electoral en la que estaremos hasta noviembre.

Otro líder popular, Alberto Fabra, ha hecho suya la iniciativa de Aguirre, “el paso atrás es necesario para dar opción a otras personas”, ha dicho. Está claro que lo de “prietas las filas” ocurre solo cuando las cosas van bien.


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