Editorial del 19 de mayo de 2015

Estamos en la última semana de la campaña electoral más super-califra-gilistico-espialidosa que recordamos. El adjetivo puede que no sea muy preciso pero tampoco lo es la intención de voto de millones de españoles.

Entre 3 y 4 españoles de cada diez no han decidido aún a quién van a votar, de modo que los partidos están en actitud zozobrante, sin saber muy bien quién es su adversario y por qué flanco se juegan los cuartos, o sea, los votos. Y los cuartos, también, claro. Todo el dinero que manejaban los dos grandes partidos se va a repartir cual pedrea, ahora que el premio gordo de las mayorías absolutas parece abolido para una buena temporada.

El concepto de moda es la volatilidad, algo que hasta ahora se decía de los mercados y la bolsa, pero que ahora ha llegado a los votantes. Habrá voto oculto, sin duda, sobre todo de los que sientan vergüenza por decir en alto a quién piensan apoyar. Habrá rectificaciones de rumbo de última hora, de los que volvieron al redil pese a haber estado tan indignados como el que más. Y habrá mucha savia nueva, votantes recién llegados a la edad de ejercer, que esta vez no se van a quedar en casa.

Un escenario apasionante para el periodismo pero una piel de plátano diaria para los políticos. Hoy vendrá a JELO, no sabemos si a resbalar o a tomar aliento el candidato Antonio Miguel Carmona.


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