Editorial del 26 de marzo de 2015

El de este mediodía, cuando ha comparecido el fiscal de la república de Marsella, ha sido el segundo shock para la opinión pública relacionado con el que creíamos “accidente aéreo” de Germanwings.

Escuchadas las conversaciones en la cabina de mando de los últimos 30 minutos, en la única caja negra hallada en Los Alpes, está acreditado que el Comandante salió, probablemente para ir al baño, y que cuando regresó no pudo acceder ya al mando del avión. El copiloto, alemán, 28 años, de nombre Andreas Lubitz, bloqueó todos los sistemas de acceso y, a solas, estrelló voluntariamente el avión. No respondió tampoco a las llamadas de los controladores pero, según el fiscal francés, se le escucha respirar con normalidad .

El presidente de Lufthansa, Carsten Spohr, que ayer calificó de inexplicable la catástrofe, acaba de decir hace una hora que “ni en sus peores pesadillas podían imaginar que tenían a alguien como Andreas Lubitz trabajando en la compañía. Su actitud y su expediente eran "impecables", ha añadido.

Los familiares de las víctimas, conocen la verdad desde antes de que el fiscal lo haya contado en público. Han sido informadas antes que todos los demás. “Se lo debíamos” ha dicho el Fiscal.

El único consuelo, en el supuesto de que tal cosa fuera posible, es que sus seres queridos no fueron conscientes de lo que ocurría hasta el último momento. Es entonces cuando la caja negra, registra los gritos del pasaje.


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