Editorial del 23 de marzo de 2015

Lo malo de las 4 de la tarde tras una jornada electoral es que está ya casi todo dicho. Lo bueno, que hemos podido contar hasta 100 para evitar el bochorno de análisis urgentes que no han dispuesto del necesario tiempo de digestión.

Bueno, hay quién no dispone de capacidad digestiva, aunque si de mucho estómago, como Celia Villalobos para decir que “el resultado de Susana Díaz es una derrota porque no tiene mayoría suficiente para gobernar en solitario”.

Ahí van unas cuantas obviedades:

El bipartidismo no ha perdido 17 escaños. El que los ha perdido ha sido el Partido Popular.

Podemos no ha abierto una vía de agua en el PSOE sino en Izquierda Unida, mientras Ciudadanos, acusado por los malintencionados de ser la marca blanca del PP, ha mordido duro en el electorado popular.

La última obviedad es que el parlamento Andaluz es a día de hoy el que más refleja la nueva realidad de los tiempos que están llegando.

Serán o no extrapolables los resultados en Andalucía, pero lo cierto es que en apenas unos meses Podemos y Ciudadanos han recorrido millas electorales. Y eso, hay que ser por lo visto Arriola, para no ver que sí es extrapolable.


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