Editorial del 3 de marzo de 2015

Según desvela el Periódico de Cataluña, una página web del gobierno de Qatar, de índole religiosa, ha colgado una fatwa en la que se considera un deber islámico la destrucción de las pirámides de Egipto y de todos los monumentos faraónicos.

Es un edicto religioso del 2012 que ha sido recuperado en los últimos días por medios de comunicación egipcios y que se ha debatido incluso en la televisión.

Trasciende esa barbaridad islamista pocos días después de que yihadistas fanáticos –valga la redundancia- acabase con 9 mil años de historia encerrados en el museo de Mosul. Piezas únicas de la civilización asiria, obras que habían sobrevivido a todos los horrores humanos y naturales durante 90 siglos, cayeron hechas añicos por la peor locura contemporánea, la del Estado islámico.

En esa misma Web dependiente del gobierno Catarí, podía leerse hasta hace un mes que quemar viva a la gente hasta la muerte era una forma islámica de castigo la mar de normal. Cuando el Estado islámico quemó vivo al piloto jordano, retiraron la fatwa.

En este punto conviene recordar que Qatar será sede del mundial de Futbol del 2022, que acaba de comprar el 10% de un importante grupo de comunicación español, y que es el patrocinador oficial del Barça.

Si a muchos el dinero nunca les huele mal, si todo se compra y se vende, perdamos definitivamente la capacidad crítica y pongamos precio a nuestra hipocresía.


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