Editorial del 7 de enero de 2015

Estamos tan ensimismados en nuestra realidad cercana que parecemos ajenos a peligros que ni son de otros, ni lejanos, ni pequeños ni de fácil solución.

París está en estado de shock desde las 11 y media de esta mañana. Todos lo estamos -o deberíamos- porque el mundo occidental se está jugando aquello por lo que ha luchado y que lo ha convertido en el modelo de mayor prosperidad. La libertad y los derechos de los que gozamos en esta parte del mundo están cada día más amenazados por un modelo medieval, fanático y criminal que este mediodía se ha vestido de negro, ha entrado en la sede de un semanario satírico francés y ha asesinado, al menos a 12 personas y herido a muchas más.

Hombres encapuchados, armados de lanzacohetes y fusiles de asalto Kalashnikov han irrumpido en la sede de Charlie Hebdo, una publicación “cuyo delito” es defender los principios de la República, entre ellos algo sagrado, su laicidad, y por supuesto la libertad de criticar y satirizar cualquier asunto o personaje, incluido el profeta Mahoma.

El director de la revista lleva 3 años con protección policial; la publicación ya sufrió en 2011 un ataque con cócteles molotov que prácticamente destruyeron las instalaciones en un céntrico distrito de Paris.

El fanatismo islamista criminal pasea por las calles de Paris y… por las nuestras. ¿Vamos a seguir ajenos a esa amenaza?


Política de Privacidad Política de Cookies © 1998-2024 juliaotero.net