Editorial del 28 de noviembre de 2014

¿Nos parecería bien que un inmigrante en España fuera devuelto a su país de origen si en 6 meses no encuentra trabajo? ¿y que esos trabajadores inmigrantes no pudieran beneficiarse de ciertas ayudas sociales hasta que no llevar aquí 4 años cotizando?

Es posible que ante ambas preguntas, un porcentaje de españoles respondieran que es justo que se endurezca el trato a los extranjeros pobres porque antes hay que atender las necesidades de la población española. Bien, ahora imaginen que esas medidas puedan afectar a miles de jóvenes españoles que buscan en Gran Bretaña un porvenir que no encuentran en su propio país. La cosa cambia, verdad?, cuando pueden ser nuestros hijos los afectados.

Pues es lo que ha propuesto hoy David Cameron: expulsar a cualquier inmigrante que no encuentre trabajo en medio año y, despojarlo de ayudas sociales hasta que no lleve 4 años trabajando allí. ¿Es eso compatible con el tratado de libre circulación en Europa? No, pero Cameron lo sabe y asume que habrá que efectuar retoques en algunos artículos de tratados europeos. Pero Cameron juega en casa porque tan conservadores como él son Junker y Merkel. Y además de conservadores pertenecen a la Europa rica, esa que explora cómo defenderse del desembarco de los pobres del sur, entre ellos, nosotros.


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