Editorial del 26 de noviembre de 2014

La ministra de Sanidad, Ana Mato, vuelve al primer plano informativo y otra vez por nada bueno. El juez Pablo Ruz la señala en el auto conocido hoy como beneficiaria “a título lucrativo” de las gestiones de la trama Gurtel y de su entonces marido, Jesús Sepúlveda. La investigación de la Audiencia determina que Sepúlveda obtuvo más de 700 mil euros de la trama, jaguar y confetis varios aparte.

El juez envía a juicio, dando plazo de 30 días a la Fiscalía y a las demás partes personadas, a 43 imputados en esta parte central de la causa Gurtel. En la lista están los tres extesoreros del PP y otros 20 excargos populares. La ministra de Sanidad no está imputada aunque tendrá que sentarse en el banquillo de todos modos como beneficiaria de lo que percibió su marido. Eso significa que si él fuese condenado, la ministra debería devolver una parte del dinero negro disfrutado por la familia.

Que Ana Mato siga sentándose en el consejo de ministros, no ya ahora, hace 2 años, es una obstinación marianista que nadie en su propio partido alcanza a comprender.


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