Editorial del 11 de noviembre de 2014

Los 32 viajes que el presidente de Extremadura realizó a Canarias en año y medio, han puesto de manifiesto un agujero negro que desconocíamos: La absoluta falta de control de los viajes que realizan tanto diputados como senadores en España por tierra, mar o aire.

Esta mañana la Junta de Portavoces del Senado ha abordado la cuestión y todos los grupos han parecido partidarios de fórmulas que den transparencia a la acción de los senadores. Buenas palabras que no se han traducido en directriz alguna de cara el futuro.

En cuanto al Congreso, su presidente, Jesús Posada ha dicho “que no piensa ejercer de controlador de los diputados porque su trabajo debe ser a veces si no secreto, sí discreto”. No se refería, suponemos a los viajes a “discreción” del Sr. Monago.

Tampoco el portavoz popular Alfonso Alonso ha parecido muy motivado: “Esto no es un colegio, ha dicho, y los parlamentarios son mayores de edad”.

Bien. Prueben ustedes a usar ese argumento ante su empresa cuando pida un billete de avión, verá qué risa. Lo que vale para la empresa privada debiera valer para lo público con más razón puesto que es dinero de todos. ¿A qué viene tanta reticencia si nada tienen que esconder?

Es uno de los asuntos del día en que hemos conocido también otra gran redada de funcionarios corruptos en varias autonomías.


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