Editorial del 13 de octubre de 2014

La semana empieza con la esperanza de que la profesional infectada por ébola empiece a fabricar sus propios anticuerpos.

Cada día que pasa sin que el virus la venza, más se acerca a la supervivencia. Pasado el día decimoquinto de la infección, la experiencia clínica habla de muchas probabilidades de superar la enfermedad. Mañana se alcanza ese momento, ojalá que se convierta en el punto de inflexión. Estamos pues en la semana decisiva.

Esta tarde el grupo parlamentario socialista va a registrar en el Congreso la solicitud de comparecencia del presidente del Gobierno. Es lo que ha anunciado esta mañana el líder del PSOE, Pedro Sánchez. Pide la oposición un pleno sobre el ébola, en el que Rajoy informe de por qué tardó una semana en reaccionar el gobierno, por qué se desmanteló el hospital Carlos III, centro de referencia para enfermedades contagiosas, y por qué nadie se ha atrevido en el gobierno a criticar las declaraciones del consejero madrileño de sanidad. El PP ha respondido rápidamente que son momentos para la “seriedad” y lamenta el uso político que a su entender, practica el PSOE.

Usar políticamente la desgracia, en general, es feo. Pedir a la oposición que se calle y no represente a millones de ciudadanos perplejos es una indecencia política.


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