Editorial del 30 de septiembre de 2014

Cristóbal Montoro ha presentado en el Congreso su flamante tableta con los presupuestos generales del Estado para el próximo año, eso que delata para bien o para mal la auténtica verdad política. Nada define más a un gobierno que analizar en qué y cómo gasta el dinero de todos.

A falta del tiempo suficiente para metabolizar y estudiar todas las partidas, la primera conclusión de los expertos económicos es que 2015 es año electoral y que se nota mucho en los presupuestos generales. No solo en que aumente la partida en más de un 80% para gastos electorales de los partidos políticos, sino en un cálculo de ingresos tributarios tan espectacular que resulta difícilmente verosímil.

Si Montoro dice que son los presupuestos de la “consolidación de la recuperación”, es, sobre todo por los intereses de la deuda que han bajado y porque sus previsiones de recaudar más impuestos es de lo más optimista. Ojalá no haya hecho cálculos el ministro como la lechera del cuento porque el papel o la Tablet lo aguanta todo, pero luego viene la realidad a aplastarnos con su tozudez.

Por de pronto, las ejecuciones hipotecarias aumentaron un 14% en el segundo trimestre con respecto al año pasado. De los 33 mil desalojados, en un solo trimestre, el 30% fue desahuciado de su vivienda habitual.

Los datos son los que son y los pronósticos, un brindis al sol.


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