Editorial del 14 de julio de 2014

Fueron a votar 66 de cada 100 militantes del PSOE. Es decir, la participación fue importante. El 49% de los votantes, 13 puntos arriba como se dice en el Baloncesto que practicó durante años el ganador, se inclinaron por Pedro Sánchez. Y el triunfo, además, se reparte territorialmente.

Está claro pues que este doctor en económicas, nacido en Madrid hace 42 años, casado, padre de dos hijas pequeñas, políglota y, en palabras de Esperanza Aguirre, “guapísimo”, está sobradamente legitimado para tomar las riendas del partido socialista.

Curiosamente el día después ya empiezan a darle consejo los propios y sobre todo, los extraños. Entre los primeros están los que le encuentran demasiado moderado; entre los segundos los que le advierten del peligro de abandonar el centro-izquierda. O sea, unos le empujan a parecerse a izquierda unida o Podemos y otros, pretenden que se parezca al PP. Si lo primero es susto, lo segundo es muerte.

A Pedro Sánchez le hará falta audacia, coraje y acierto para ensanchar un espacio ideológico al que sus adversarios políticos intentarán aplicar la pinza.


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