Editorial del 20 de enero de 2014

Esta semana tendrá lugar el famoso y elitista foro económico de Davos, donde jefes de estado, de gobierno y directores de las empresas más importantes del mundo, se reúnen para hablar del futuro.

Si además de ricos fueran inteligentes escucharían con mucho interés el informe que Oxfam irá a presentarles para advertirles de peligros inminentes relacionados con la desigualdad. Por de pronto, las cifras que Oxfam pondrá en sus tímpanos dorados debiera hacerles reflexionar: la mitad de la población más pobre del planeta tiene el mismo dinero que las 85 personas más ricas. Esa proporción, en España, aclara que los 20 españoles más ricos -cuyos nombres todos conocemos- tienen el mismo patrimonio que 5 millones de compatriotas. Nuestro país tiene el dudoso honor de ser junto a Letonia el país europeo con más aumento de la desigualdad.

La crisis ha sido como la marea baja que ha dejado la realidad a la intemperie: la clase acomodada ha resistido, pero la media ha perdido sus conquistas sociales y los pobres se han hundido del todo. Eso dice el Informe Oxfam que advierte a los ricos de una obviedad: la igualdad es el mejor negocio para los ricos porque solo en sociedades equilibradas el crecimiento económico es posible.

La avaricia rompe el saco. No sea que acumulen unos pocos tanto dinero que tengan que vivir bunquerizados y protegidos como ya ocurre en países de latinoamérica.


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