Editorial del 28 de octubre de 2013

El jefe del Eurogrupo -cuyo apellido es impronunciable, 4 vocales entre 12 letras- ha dicho también cosas impronunciables sin sonrojarse: que la tarea de reformas en España no ha acabado, que hay que trabajar más duro y más horas y que, por todo eso, hay optimismo en Europa sobre la economía española.

Dice Jerónimo -se supone que Jeroen en holandés se corresponde con ese nombre- ha tenido sin embargo la sinceridad de confesar que eso lo puede decir aquí porque no es su país. De lo que se infiere lo que nos temíamos, que los gobernantes engañan a los suyos -que son los que los votan- y solo dicen la verdad allí donde su futuro no está comprometido.

El Sr. Dijsselbloem ha dicho, para acabar en su desayuno informativo en Madrid, que si él fuera Bill Gates también invertiría en España. Es lo que tienen los saldos: son una oportunidad de oro para terceros. España hará ricos a muchos, aunque a pocos españoles. Con la salvedad de las 30 familias patrias que, según el informe de Forbes conocido hoy, acumulan más dinero que todo el resto junto.


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