Editorial del 4 de abril de 2013

La casualidad ha querido que el príncipe Felipe tuviera hoy cita con los nuevos jueces que han recibido esta mañana la entrega de los nuevos despachos judiciales.

231 nuevos magistrados que han recibido con una ovación más larga de lo previsto al heredero de la corona. Obviamente había expectación por si el príncipe de Asturias hacía alguna referencia a la imputación de su hermana y, si bien no lo ha hecho explícitamente, sus palabras de apoyo y confianza a los miembros de la carrera judicial han sonado meridianamente claras. “En momentos complejos, ha dicho, cobra mayor trascendencia afrontar con valentía retos y desafíos”. Ha pedido el príncipe a los nuevos jueces que desarrollen su trabajo con fortaleza y prudencia.

El discurso ha sido breve pero muy claro. En un día en que las especulaciones en torno a la Casa Real son muchas, y algunas algo histriónicas, no está de más recordar que España no es el primer Estado en el mundo en el que alguien vinculado a la jefatura del mismo pasa por un tribunal. Eso no arregla nada, pero tal vez ayude a poner mesura a cierta tendencia nacional al dramatismo.


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