Editorial del 16 de enero de 2013

Esperanza Aguirre tiene un olfato muy fino para calibrar la temperatura social y hacer propuestas con mucha puntería.

Esta mañana ha avanzado que el PP de Madrid que ella preside va a proponer en el próximo congreso del partido que nadie que no acredite profesión al margen de la política pueda aspirar a cargo público, escaño o puesto directivo alguno. Haber cotizado a la Seguridad Social en cualquier otra cosa que no sea la actividad política sería por tanto, condición sine qua non para ocupar un sillón de cierta relevancia.

La idea es buena aunque la expresidenta ya dice que no es para ahora sino para el futuro y que su intención no es quitar a nadie. Faltaría añadir, a una liberal de libro como es Aguirre, que la cotización a la Seguridad Social fuera desde el ámbito privado porque los ejemplos que ella ha puesto del actual gobierno –Rajoy, Gallardón, y Sáez de Santamaría- es verdad que tienen profesión conocida pero siempre desempeñada a cargo de los presupuestos generales.

Una pasada por las alabadas leyes del mercado sería la mejor medicina para buena parte de la clase política española. Sea como fuere, Esperanza Aguirre ha demostrado que el auténtico verso suelto de Madrid no era el que se llevaba la fama y la buena reputación, sino ella.


Política de Privacidad Política de Cookies © 1998-2024 juliaotero.net