Editorial del 25 de abril de 2012

“Lo que llaman “soledad” es una mayoría absoluta”. Con ese tono desafiante y osado se ha pronunciado en los pasillos este mediodía el ministro de Hacienda, cuando le han preguntado por la soledad del PP para sacar adelante los presupuestos del Estado.

“¿Cuántos gobiernos europeos pueden actuar en soledad?” ha preguntado retóricamente y sacando pecho, Cristóbal Montoro. En efecto, casi todos los ejecutivos europeos están obligados a pactar con otros grupos al carecer de mayoría suficiente.

“Estoy muy contento” ha dicho después Rajoy, también en el pasillo, “España necesita un gobierno fuerte”.

Lo cierto es que el gobierno ha escuchado palabras gruesas de toda la oposición: PSOE, CiU, Izquierda Unida, UPyD y PNV han estado de acuerdo en que estos presupuestos agravarán la crisis a corto plazo y no incentivarán ningún tipo de recuperación o crecimiento económico.

Desde luego, las mayorías absolutas sirven para esto, y por eso, suelen durar poco; los ciudadanos acostumbran a quitarlas en cuanto refrescan la memoria de lo que suponen.

Pero está bien que la ejerza el Partido Popular: gobernar es su responsabilidad, y en ella va implícita también la combustión y el desgaste de hacerlo. Cuando acabe la legislatura y antes, en otras convocatorias electorales -Galicia es la primera- ya tendrán ocasión de pronunciarse los electores.


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