Editorial del 9 de abril de 2012

Contaba hace una hora en el informativo de mediodía Pilar Cernuda que el Gobierno está preocupado por la mala difusión pública que se está haciendo de sus propuestas y reformas y que, en breve, asistiremos a un cambio de actitud comunicativa por parte del ejecutivo. Si es cierto, que no lo dudamos porque nuestra compañera tiene buenas fuentes, bienvenido sea ese cambio de actitud.

Gobernar comporta no solo tomar decisiones sino saber explicarlas y someterse a cuántas preguntas sean necesarias para compartir con los ciudadanos el objetivo último de las mismas. Hay que perder el miedo a las ruedas de prensa con preguntas -y perdón por la redundancia, porque lo otro no es una rueda de prensa-, hay que comparecer para liderar y para enviar el mensaje de que los sacrificios son necesarios, temporales y alcanzan a todos. Hay que perder el miedo a los medios de comunicación, aunque eso sí, hay que unificar criterio: no puede ser que el ministro de Economía diga a las 9 de la mañana que se estudia que las rentas altas paguen la sanidad y que cuatro horas más tarde le desmienta desde Génova, Carlos Floriano, diciendo que era una “reflexión personal”. 100 días son pocos para valorar, pero también lo son para ser preso del famoso síndrome de la Moncloa. Como dijo el gran César Luis Menotti, “basta de hechos, ahora queremos palabras”. Pues eso.


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