Editorial del 6 de marzo de 2012

El actual Imán de una de las primeras mezquitas que se abrieron en Cataluña, en Tarrasa, y una de las más grandes del Estado, ha tenido que ir a declarar esta mañana a comisaria para dar explicaciones del contenido de sus plegarias ante 1500 fieles musulmanes.

Según grabaciones que constan en poder de los mossos de esquadra, dentro de su tarea de infiltración discreta en círculos musulmanes para detectar posibles focos de radicalidad, ese individuo usa las plegarias para denunciar que las mujeres en Europa tienen demasiados derechos, al tiempo que recuerda a los fieles que el Islam permite golpear a sus mujeres.

La fiscalía de Barcelona inició entonces una investigación en la Mezquita de la calle Pearson de Terrasa que hoy ha seguido con la llamada al líder religioso para que declare ante la policía. Personas cercanas al Imán ya han dicho que el problema es nuestro, que en occidente “no se entienden correctamente los preceptos del Corán”. Demasiado bien los entendemos. Lo que no parecen entender estos siniestros personajes que llegan para someter a la población musulmana residente en España a preceptos medievales, es que no es respetable ni tolerable nada de lo que atente contra nuestra legalidad. La pregunta es, si se confirman esas llamadas a la violencia del imán, ¿por qué no se expulsa inmediatamente a este tipo de nuestro país?


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