Editorial del 24 de junio de 2011

Tras intensos debates en el seno del propio consejo de ministros, el gobierno ha decidido este mediodía volver a los 120 k/h como límite de velocidad en nuestro país. A juzgar por la encuesta del día en la web de Onda Cero éso le parece bien a la inmensa mayoría, pero, si me permiten, a nosotros nos parece un poco absurdo. Ahora que nos habíamos acostumbrado sin mayores problemas, digerida la norma pese a su impopularidad, no se entiende la vuelta a la velocidad anterior.

Si servía para ahorrar no sabemos a qué viene dejar de hacerlo por mucho que haya bajado el precio del barril. Si en cuatro meses, según el ministerio de industria, hemos ahorrado 200 millones de euros, ¿para qué derogar la medida? Como decía esta mañana el secretario de Medio ambiente, no sólo es el dinero, también la mejora en la siniestralidad y la disminución de las emisiones. Por otra parte, hay muchos países de Europa cuya velocidad máxima está en los 110 kilómetros...

En fin, razones para mantener el tipo tenía muchas el gobierno. Pero ha preferido sucumbir, lo que no sabemos es a qué. A ver si va a ser para recaudar más. Porque no olvidemos que el ahorro general ha supuesto también que Hacienda dejase de ingresar unos 40 millones de euros en impuestos.


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