Editorial del 12 de mayo de 2011

Cuando ayer a las 6 de la tarde empezamos a hablar de terremotos imaginarios en Roma, desconocíamos que pocos minutos antes un seísmo de 4 grados ya se había producido en Lorca. Una oyente nos llamó desde allí, y bromeó con nosotros respecto a cómo se había movido la cama en la que hacía la siesta. Poco después, a punto de despedirnos, volvió a llamarnos, muy asustada diciendo que había abandonado su casa a toda velocidad. Lo que ocurrió en las horas posteriores lo sabemos todos y nos tiene conmocionados. Si ayer el tema del gabinete fue cómo gestionamos el miedo ante riesgos reales o imaginarios, hoy tenemos que hacernos preguntas más incómodas, aun cuando lo emocional es fácil que se imponga al análisis.

El presidente del colegio de geólogos ha dicho claramente que un movimiento sísmico de 5 grados no puede derrumbar ningún edificio que no estuviera previamente dañado. No hay que buscar culpables. Hay que aprender de las desgracias y aplicarse. ¿se construye en España teniendo en cuenta los mínimos peligros sísmicos que tiene la península? ¿o las normativas municipales han despertado esta mañana a esa realidad? Preguntas que nos iremos planteando a lo largo del programa.


Política de Privacidad Política de Cookies © 1998-2024 juliaotero.net