Editorial del 31 de marzo de 2011

El refranero español sabe que marzo es el mes ventoso por excelencia, recuerden aquello de “marzo ventoso y abril lluvioso hacen a mayo florido y hermoso”... Marzo es ventoso, de acuerdo, pero nunca el viento de marzo nos había ahorrado a los españoles 250 millones de euros, que es lo que no hemos gastado en este mes en petróleo. Por primera vez en nuestra historia la energía eólica ha sido la primera fuente de generación eléctrica. Como las 2 toneladas de CO2 que de paso le hemos ahorrado a la atmósfera importan poco a los que suelen definir la energía eólica como “esa chatarra que puebla nuestras montañas”, hablemos de economía que siempre es un lenguaje más asequible.

Según la Asociación Empresarial Eólica, el año 2010 fue el primero en que España tuvo saldo exportador de electricidad a Francia. Es más, el empuje de la energía que surge del viento, consiguió que el coste medio en nuestro país por megavatio-hora fuera de 38 euros. ¿saben cuánto le costó ese mismo megavatio a los franceses con 57 centrales nucleares que proveen el grueso de su energía? Pues 47 euros y medio, casi 10 más que nosotros.

A los que arrugan la nariz ante las energías renovables habrá que acabar diciéndoles aquello de “es la economía, estúpido”. Y a este paso, habrá que decírselo también al gobierno que incomprensiblemente en lugar de apoyar la industria de las renovables, made in spain por cierto, pone trabas y genera incertidumbre regulatoria.

Al final nuestra industria eólica tendrá que irse con el viento a otra parte.


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