Editorial del 28 de marzo de 2011

La oposición tiene un mensaje recurrente que escuchamos a diario: España tiene un problema que se llama Zapatero. Sólo cuando el presidente marche, España podrá abordar la recuperación económica. Este fin de semana, sin embargo, el poder económico, representado por todos los grandes empresarios, dijo exactamente lo contrario: que la legislatura debe acabarse para no entorpecer una recuperación que tímidamente se vislumbra en el horizonte. Y no sólo eso, aconsejan a Zapatero que ni siquiera resuelva la duda hamletiana de si será o no será él el candidato. Cuanta más estabilidad, mejor, le dijo Botín y compañía.

¿Quién tiene más credibilidad, el poder económico o los políticos que aspiran a ser los próximos gobernantes? Que cada cual responda con sus luces y su entendimiento a esa pregunta. Por de pronto, la paradoja es la mar de sustanciosa, porque no es fácil imaginar a los 41 señores que se sentaron con el presidente en Moncloa el sábado votando socialista. Una cosa es la ideología y otra los negocios.

El mensaje es un respiro para Zapatero, y un palo en las ruedas para Rajoy, al contradecir de forma tan clara el mensaje popular de echar al inquilino de la Moncloa cuanto antes. Pues los responsables del 50% del PIB español piensan lo contrario. A los empresarios sólo les faltó decirle a los estrategas de la calle Génova, aquello de “no es nada personal, sólo son negocios”.

Así empieza una semana en la que Libia, Siria y Fukushima siguen siendo el referente internacional.


Política de Privacidad Política de Cookies © 1998-2024 juliaotero.net