Editorial del 1 de marzo de 2011

La Audiencia provincial de Madrid investigará si Francisco Álvarez Cascos injurió a la policía española al decir, hace 8 o 9 meses, que había una “camarilla policial” que falsificaba papeles y fabricaba pruebas para engordar el caso Gürtel. En principio el juzgado de instrucción número 32 de Madrid archivó la causa al entender que la acusación del antiguo vicepresidente del gobierno era vaga y ambigua. Hace unas horas, sin embargo, la Audiencia de Madrid ha revocado ese archivo al considerar que lo dicho por Cascos sí puede ser injurioso y afectar al crédito que merecen los policías a los que se refirió.

La verdad es que la decisión judicial no puede llegarle a Álvarez Cascos en peor momento, ahora que ejerce de llanero solitario en Asturias como candidato del FAC (Foro Asturias Ciudadano). Si ésto hubiera ocurrido hace unos meses, aún con carnet del Partido popular, no duden que la calle Génova hubiera salido en tromba a defenderle. De hecho, otros dirigentes del PP han dicho cosas parecidas a las que pronunció Cascos aquel día. Y, desde el gobierno, hubieran incluso recuperado algún viejo comentario sobre el doberman. Pero, mala suerte, hoy Cascos es tan incómodo para unos como para otros. Ahí me las den todas, se dirán en el PP. No va con nosotros, dirán en el PSOE. Los dos partidos mayoritarios creen que Don Francisco es “el otro” en el sentido Amenabar, o sea, el que no sabe que está muerto. A ver si los que se quedan muertos en las próximas elecciones en Asturias, son los que se las dan de vivos.


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