Editorial del 20 de enero de 2011

“Soy italiana y me avergüenzo de estar representada por un viejo cerdo”. Es una de las frases contra el inefable Berlusconi que podía leerse ayer en una de las manifestaciones contra el aún primer ministro italiano. En otra un caballero de cierta edad había escrito “A mi hija no la pillarás”...

La tormenta sexual que no parece tener fin en torno al que sólo por puro sarcasmo puede llamarse “Il Cavaliere”, tiene perpleja a toda Europa sin que parezca cambiar nada en Italia.

La sordidez y la vulgaridad de toda la historia de Berlusconi ha provocado que incluso sus aliados del centro derecha le pidan que dimita o convoque elecciones anticipadas. El, mientras, cuando le han preguntado por su dimisión ha respondido, ¿estáis locos? “me estoy divirtiendo”.

¿Por qué lo que ni siquiera podemos imaginar en Francia, España, Irlanda, Alemania... es soportable en Italia? ¿Tan desprestigiada está la política que ni Berlusconi puede empeorarla?

Una reflexión que llevaremos al tiempo de gabinete.


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