Editorial del 9 de diciembre de 2010

Todo un golpe de efecto el de Rajoy. Llamarle inútil al ministro actual de Fomento, para luego añadir que "él no iba a decir tal cosa, como sí hizo Rubalcaba al entonces ministro de Fomento del PP, Rafel Arias Salgado", ha provocado esta mañana una reacción múltiple en el congreso de los diputados.

Lo que ha hecho el líder de la oposición esta mañana debiera hacerse a menudo. Sería muy enriquecedor que gobierno y oposición analizasen lo dicho en sus respectivas etapas gobernando u opositando para no incurrir en flagrantes contradicciones, por no llamarle directamente cinismo.

Decía Baura que sólo hay una forma de ser español y feliz al mismo tiempo: no tener memoria. Los políticos, desde luego, procuran que el olvido sea rápido. Los consumidores y ciudadanos, sin embargo, recuerdan con nitidez cuántas veces han sido víctimas de conflictos laborales ajenos. Por eso y por la abrumadora mayoría de la opinión pública favorable a la contundencia, hay que entender que esta mañana en el Congreso todos hayan estado de acuerdo que había que plantar cara a los controladores. Sólo los grupos pequeños, Bloque nacionalista Galego, Izquierda Unida, UpyD se han atrevido a considerar el estado de alarma como “una desmesura del gobierno o una una sobreactuación”.


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