Editorial del 30 de noviembre de 2009

La semana ha empezado con otro sobresalto: tres españoles han sido secuestrados en Mauritania, supuestamente por la franquicia de Al qaeda en el Magreb.

El secuestro de los tres catalanes, uno de ellos, hijo de un consejero de Pujol, se produjo cuando se dirigían con una caravana de 13 vehículos hacía la capital de Senegal. Llevaban 20 toneladas de marterial de ayuda para diversos proyectos humanitarios. Su coche fue encontrado con las puertas abiertas, sin rastro de los tres ocupantes, pero en cambio, allí permanecían los ordenadores y dinero en métalico que llevaban los cooperantes de Acción solidaria. Estos no eran, por cierto, jóvenes inexpertos: estamos hablando de un ingeniero de caminos, hijo de un consejero de Pujol, un empresario de la construcción y una funcionaria judicial.

El gobierno, pues, vuelve a tener sobre la mesa un asunto delicado: el ministro Moratinos ya habló anoche con el presidente de Mauritania, que ha ordenado que policía y militares peinen la zona para conjurar el principal peligro: que los secuestradores puedan abandonar el país con los tres españoles.

El móvil economico no parece prioritario, salvo que a los secuestradores se les pasase por alto el dinero que dejaron en el vehículo. Desconocemos si a esta hora, alguién o alguna organización se ha puesto en contacto con la ONG o con alguna autoridad mauritana. Se impone la prudencia, y el deseo de que este secuestro acabe bien y pronto.


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