Editorial del 27 de abril de 2009

Cada 25 años, más o menos, la gripe llega furibunda y mata a muchos. El último de esos episodios de gripe muy agresiva fue en el año 68, de modo que hace tiempo que toca un susto sanitario. En la era de la globalización, el susto es enorme, o sea planetario, y la pandemia, por tanto, muy peligrosa no sólo para la salud sino también para la economía.

Aquella alarma de la gripe aviar con la que se espantó a medio mundo ha servido al menos para hacer acopio de un antiviral llamado Tamiflú, que también parece eficaz para la gripe porcina. En España, afortunadamente, tenemos un buen stock de tamiflú.

Ya ven. Temíamos a las aves y fueron los cerdos.

Las consecuencias sanitarias están por ver. Dependerá de si la pandemia se expande y de lo virulenta que resulta. Lo que está claro es que económicamente sólo le faltaba esto al mundo. A perro flaco todo son pulgas. El Banco Mundial calcula que esta gripe podría costar hasta tres billones de dólares y, desde luego, retrasaría y mucho la salida mundial de la crisis.

Si los occidentales somos los miedosos del mundo por excelencia, no hace falta decir que el dinero lo es aún más, de modo que las acciones de aerolilneas y empresas de hoteles y turismo se están pegando un morrazo, mientras que las de la industria farmaceútica se están poniendo las botas.


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