La ciudadanía digiere tantas mentiras como sea menester, aunque no sea plato de gusto. La realidad es tozuda y todos sabemos cómo adelgazan las promesas de los políticos, Ias del jefe o incluso las de amor eterno. La indulgencia con que respondemos a los múltiples engaños de los que somos víctimas forma parte del juego social, tal vez sea el juego social mismo. Nadie sensato puede defender la verdad y nada más que la verdad como conocimiento de la convivencia Sería agotador e insoportable. Es, sin embargo, imprescindible para la paz social, o la del espíritu, según de lo que se trate, que el tiempo transcurrido entre la asunción del compromiso y la evidencia de que no va cumplirse sea suficiente. No pasa nada, por ejemplo, cuando desde la oposición dice un partido político que devolverá a la seguridad social ochocientos medicamentos excluidos y luego añade otros mil a la lista cuando alcanza el poder. ¡Pero, ay, si es el hombre del tiempo el que se equivoca a corto plazo!

La meteorología no es una ciencia exacta y menos en primavera. Los iconos de lluvia y nubes colgados del mapa convirtieron la Semana Santa en un vía crucis para el sector hotelero, porque es sabido que el turista no es precisamente un valiente, sino un tipo al que por lo general no le cuesta nada salir corriendo. Sugiero a los hombres del tiempo que en otra ocasión no se metan en líos y actúen como políticos diciendo al respetable lo que éste quiere oír. Y al turista, le recuerdo lo que dijo el dirigente del Bloque Nacionalista Galego a un reportero en las últimas elecciones autonómicas. Preguntado por el mal tiempo y sus efectos en el voto, respondió Beirás: "¿Mal tiempo? No, sólo llueve".

Julia Otero
Periodista


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